Detrás de cada niño con sobrepeso
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| Foto: thinkthinner.org |
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Vivimos en un tiempo en el que los estilos de vida de un niño han cambiado. El pequeño de antes, el que llegaba de la escuela y después de bañarse y hacer las asignaciones se iba a la calle o al parque a jugar con los amiguitos, fue sustituido, por los ocupadísimos itinerarios de los padres y por la creciente actividad criminal, entre otros factores, por un niño inactivo, sentado frente al televisor o a la computadora.
Esto sumado a una alimentación casi toda de manufactura foránea al hogar, mucha comida rápida, generalmente alta en grasa y azúcares simples, lo que ha llevado a un niño con sobrepeso.
Pero en los hogares también se peca de mala nutrición. Los padres, del mismo modo que muchos abuelos, tienen la preocupación exagerada por la cantidad de comida que consumen los niños. Les ofrecen unos menús sin considerar los controles en cuanto a las grasas, azúcares, y otros componentes que sólo engordan.
Lo ideal, según los expertos, es que un niño consumiera unas dos mil calorías diarias y que, mitad de ellas, fuese cubierta por los hidratos de carbono, un tercio por las grasas y el resto por proteínas. Pero, en lugar de esto, los niños están comiendo dulces, refrescos y golosinas.
Otros factores:
Además del sedentarismo y los malos hábitos alimentarios, puede haber influencias sociales, fisiológicas, metabólicas y genéticas. Un niño con padres obesos, por ejemplo, estará predispuesto a ser obeso también. Además se puede presentar obesidad en caso de que el niño sufra algún trastorno psicológico.
Esto se debe encarar con la ayuda del médico y el nutricionista, además de actividad física moderada.
Además se deben adoptar alimentos sanos, como lo son la verdura y la fruta, ya sea fresca o preparada. Claro está, para el niño siempre es más agradable saborear la fruta, ya que le da la sensación de estar saboreándose una suculenta golosina.
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