lunes, 18 de marzo de 2013

Planificación familiar

Entre el accidente y el anhelo

AgendaparamamaDigital

Foto: mipagima1001consejos.com

Que sepamos, los animales no tienen un sentido consciente de las causas y las consecuencias. Está la antiquísima sabiduría del instinto, pero no como un discurso que sea un conocimiento que poseen como nosotros lo poseemos, en ideas y palabras.
Y aunque sí, en muchas especies los individuos pueden desarrollar un sentido hasta sagrado de la paternidad en defensa de sus criaturas. Este comienza en el nacimiento, hasta entonces fue un ritual dictado por las hormonas, y la criatura resultante un “accidente”. Los humanos, por nuestra parte, habiendo construido en conjunto culturas y sociedades, pese a nuestra viciosa y sanguinaria bestialidad hemos hecho también mundos en los cuales hemos pretendido vivir en armonía.
Y parte de esto es la planificación familiar. Porque no se trae una vida para que sufra, no traemos una vida para que suframos quitándonos con ello los recursos para que esta sea de calidad. Porque un niño puede ser, y ha sido lo más hermoso para muchas vidas, pero un arribo en un mundo que no tiene nada para este ni sus padres puede ser una pesadilla para todos.

Y si bien es cierto que en el cielo hay propósito para cada existencia, también lo es que cuando esto no es manifiesto se produce un ser avocado a un camino de violencia.

Pero el concepto de planificación familiar no sólo beneficia a la pareja, sino también a la misma sociedad, permitiendo una mejor distribución y utilización de sus recursos.

Pero esto comienza con la pareja, que debe hacerse ciertas preguntas con sinceridad y a consciencia.

Y la primera de estas preguntas debe ser: “¿Queremos tener hijos?”

Foto: mipagima1001consejos.com

Esta pregunta implica muchas cosas, y es por eso que debe ser ampliamente discutida en la pareja. Porque en la interrogante está implícito el significado de tener hijos para cada miembro de la pareja, las razones que se tengan, cuanto de deseo hay, cuánto de miedo.

Hay que acordarse de que se trata de una opción, y como tal se podría descartar si no se encuentran en verdad razones, porque éstas son más que necesarias ante una responsabilidad tan grande una vez se inicie el proceso.
Y aquí tienen que entrar en juego los proyectos de vida de la pareja, y qué lugar tiene el traer una criatura en estos.

Un plan propio y la construcción de una familia no tienen que entrar en guerra, pero, a fin de que esto no suceda, la pareja debe organizarse.

Aquí también está implícito qué tipo de familia se desea, qué lugar se le desea dar a los hijos. Qué ambiente se le va a dar, y dentro de éste qué educación se le va a dar. En fin, qué vida es la que se les va a preparar a esos seres a los que traemos sin invitación.


Entonces a partir de esto y contando, sinceramente con los recursos que tenga la pareja viene esta otra pregunta:“¿Cuántos hijos deseamos tener?”


Foto: mipagima1001consejos.com
Claro, esta interrogante va hermanada a la pregunta sobre cuál es el momento propicio, ya para eso tienen que saber qué es lo prioritario, según su momento. Es decir, si los hijos vienen después del diploma, si hay los recursos para que estos lleguen en plena lucha por éste.

Entre al placer y la mirada al futuro

Foto: mipagima1001consejos.com

Claro el concepto de planificación familia es más que la decisión de procrear o no. Porque la planificación comienza de antes, para que los pequeños sean una opción y no una consecuencia de los actos a cargar con.
Y es que los seres humanos somos de las pocas especies de entre la vida animal que tiene la actividad sexual como recreativa, y la única que lo tiene insertada en el universo de los afectos y de la estima propia y del prójimo.

Y cuando hablamos de planificación familiar hablamos de asegurarnos de que el tener sexo con la persona con la que escogimos estar sea para un entendimiento, lenguaje, afecto y esparcimiento entre la pareja,  no el preludio para un embarazo no contemplado. Es decir, de disfrutar del erotismo, controlando los aspectos más relativos a la fecundidad.

Aquí entran en juego otros aspectos, como la fe de cada miembro del vínculo sentimental, la condición económica y los recursos anticonceptivos a mano.
Para esto conviene hacer las preguntas pertinentes a aquellos seres que reconozcamos como figuras de autoridad, desde nuestros padres, pasando por consejeros, figuras del clero que se hayan ganado nuestra confianza, y las entidades gubernamentales a cargo de la planificación familiar.

No hay nada malo en esto, y por el contrario, es lo más responsable que puedes hacer.

 

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