miércoles, 24 de abril de 2013

Abstinencia

Lo “cool” de no caer


Fotos: diccionariocatolico.blogspot.com
 Enseñándole la abstinencia a nuestros hijos

AgendaparamamaDigital

Sabemos que enseñar la abstinencia es algo difícil en una sociedad cuyos medios de comunicación hasta para vender un chicle inundan los sentidos de sexo. Donde en el ciberespacio la intimidad está tan a la mano que es lo más que aparece en los monitores de las computadoras. Donde en la industria discográfica las canciones y las danzas que le acompañan nunca han sido tan gráficas, tan desnudas de disimulo en su referente sexual.

Esto ha provocado lo que se conoce como  el fenómeno de “la niñez perdida”, que no es otra cosa que un adelanto en la adolescencia. Esto quiere decir que lo que es propio de la edad que viven ha quedado “trascendido”, no en la propia mente del niño, en realidad, sino en términos sociales. Un mundo que se dejó atrás debido a la presión de grupo.

Esto precipita a los muchachos a conductas para las que no están preparados en realidad, para las que tienen mucha información de más, y poca efectiva, algo que los pone en gran riesgo de caer en los embarazos adolescentes y en ese oscuro universo de las enfermedades de transmisión sexual.
Pero, ¿cómo puede un padre inculcar (es decir, enseñar y sembrar) algo que está en su grupo más inmediato socialmente rechazado?

Pues defendiéndola, para comenzar, como una virtud, no como una hija del miedo, no como una forma de huirle a la vida, sino de enfrentarla. El retar a un hijo a no dar el cuerpo porque lo dictan sus amistades. Si, claro que cuenta un llamado a la prudencia y ahí hablarle a tu hijo de las realidades de las enfermedades de transmisión sexual, y sobre cómo eso destruiría su calidad de vida, con la posibilidad de acortar su vida, de aislarlo y de limitar grandemente una futura vida sexual.

De hecho, en tiempos recientes el inculcar la abstinencia ha reducido en un significativo porcentaje la taza de ETS en varios países de África.

Los padres deben prepararse para dar respuestas a las situaciones concretas de la vida diaria y a transmitir los valores y principios, entre ellos, y quizás el más importante, las enseñanzas de la fe. Es tu deber, frente a un mundo que prácticamente los obliga, sin conocimiento, sin amor, sin siquiera goce, aunque no lo creas.

Porque es “cool” estar en salud, y estar en dominio del cuerpo y del alma.

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