viernes, 16 de agosto de 2013

Chuparse el dedo




Foto: www.ortodonciaestetica.pe


Cómo terminar con esta molesta costumbre

 

Si bien es cierto que la costumbre de chuparse el dedo se da con anterioridad al nacimiento como han mostrado infinidad de imágenes ecográficas, y es parte de ese instinto que tiene que ver con alimentarse, también lo es que a la hora de ya tener todos sus dientitos, esto puede hacerle gran daño a la formación de su sonrisa. 

Hasta los 20 meses es normal que lo haga. Ya desde este momento, por lo general, encuentra otros intereses, por lo que va dejando la costumbre atrás. Pero si a los tres años lo sigue haciendo no hay por qué alarmarse. Es en sí cuando van a salir los dientes permanentes que hay que preocuparse, por la posibilidad de deformaciones en su boca a causa de la presión de ese intruso llamado pulgar. Aquí te damos varios consejos para que tu pequeño pueda dejar atrás ese "vicio".

La actitud de los padres es muy importante. Y es que el  problema no es sólo de tu hijo, sino que también es tanto tuyo como de tu pareja. No se arreglará el problema sacándole el dedo de la boca ni diciéndole repetida y monótonamente: "deja de chuparte el dedo, que pareces un bebé". No lo ridiculices nunca ni le quites mérito. Le cuesta mucho abandonar un hábito que le da seguridad y bienestar. Piensa como él y ponte en su situación.

Valora y motiva cualquier pequeña colaboración por su parte con halagos, pequeñas sorpresas. Es de gran ayuda visualizar en un gráfico todos estos éxitos. Para ello podemos utilizar cartulinas de colores en las que anotaremos el objetivo que deseamos alcanzar y los días de la semana. Podemos señalar los logros pegando en la casilla diaria personajes populares infantiles, caras dibujadas o coronas de campeón. Este material debería prepararse con su hijo y dejarle elegir los elementos que desea utilizar para el control de su conducta.

Establece previamente con tu hijo qué recompensa obtendrá si consigue controlar su conducta al menos en 10 ocasiones: ir a casa de un amigo a jugar o a dormir, ir al cine, ir a casa de los abuelos, comprar algún juguete que le ilusione. 

Para conseguir cambiar su conducta, debes empezar con pequeños objetivos que le deparen grandes éxitos. Por ejemplo: dile que controle la succión del pulgar sólo cuando está jugando. Cuando consiga dominar esto, anímale a controlarse cuando ve la tele. Y así paulatinamente hasta conseguir que duerma sin chuparse el dedo. Para iniciar este último objetivo le puedes explicar un cuento, o ponerle música mientras coge el sueño. La distracción es un buen aliado en algunos momentos.

Aunque se chupen el dedo en casa no es frecuente que también lo hagan en la escuela. En el caso de que esto ocurra, explica a los maestros qué sistema sigues de corrección en casa. Así ellos podrán ser consecuentes con tus objetivos y continuar con la misma metodología. 

A los niños más mayorcitos les avergüenza continuar con este hábito. A menudo no son bien aceptados por sus compañeros. Quieren dejarlo, pero no saben cómo hacerlo. Háblalo con sus maestros y trabájalo conjuntamente. En ningún caso debe ser ridiculizado delante de sus compañeros.

Cuando ya tiene cuatro años o más puede comprender una explicación clara y sencilla. Puedes explicarle que esa costumbre le puede hacer daño a sus dientitos.

No es buen momento empezar el cambio de conducta cuando tu pequeño atraviesa algún momento delicado como puede ser el inicio escolar, el nacimiento de un hermano, etc. Es importante tenerlo en cuenta para empezar con suficiente tiempo de antelación o posponerlo prudentemente.
Trucos caseros

Puedes recurrir al fluido amargo que venden en las farmacias (también válido para los niños que se muerden las uñas). Explícale que es una manera de recordarle (nada de castigo por chuparse el dedo) que no debe meterse el dedo en la boca.

Seguro que a tu hijo le gusta que le pintes en el dedo con un rotulador o pintura no tóxica una cara sonriente contenta por no haberse chupado el dedo. 

También puedes probar a ponerle una tirita o un trozo de esparadrapo con algún dibujo, que envuelva su dedo. Al ser desagradable al tacto, es más fácil que no se lo chupe.

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