martes, 30 de julio de 2013

Pequeños inquisidores



Elizabeth Santiago Berríos

 

Foto: www.vidayestilo.terra.com


Preguntas: De 5 a 12

Si de algo puedes estar segura es que tu niño te hará preguntas que no sabrás cómo responder, y esto sucederá a menudo. No estás sola: un gran porcentaje de padres y de maestros no sabe las respuestas a muchísimas preguntas, incluso las relacionadas con eventos ordinarios como la lluvia. Es natural que las encuentres retadoras, pero trata de no evitarlas o ignorarlas ni proveer información falsa. Aquí contestamos de forma relativamente sencilla algunas preguntas comunes que formulan los niños.


¿Por qué el cielo es azul?
La luz solar que recibe la Tierra es luz blanca, que está formada por una gama de colores, al igual que el arco iris. Esos colores representan ondas de distintas longitudes y frecuencias. Cuando la luz entra en contacto con la atmósfera, choca con las partículas en el aire, y hacen que los colores se dispersen. Las ondas azules, que son más cortas, se esparcen más que las rojas, que son más largas y atraviesan la atmósfera de forma más directa. Las ondas azules chocan con las partículas, se esparcen en diferentes direcciones y siguen interactuando, hasta que llegan a nuestros ojos. Por eso es que nos parece que el cielo es azul.

¿Por qué me suena la barriga (las tripas)? 
Hay un tubo que recorre desde la boca hasta el ano, que forma parte, junto a otros órganos, del sistema digestivo. El sistema digestivo recibe la comida y la bebida que echas por la boca, extrae lo que necesita el cuerpo y desecha el resto. Las paredes de este sistema están cubiertas de músculos suaves, que se contraen para mezclar los alimentos con la bebida y los jugos digestivos, y así descomponerlos. También ayudan a mover la materia desde el principio hasta el final.

Cuando el sistema no ha tenido más nada que procesar durante aproximadamente dos horas, vuelve a hacer los mismos movimientos para asegurarse de que no queden pedacitos de materia ni mucosidad ni bacterias. También es una forma de señalarte que está listo para más comida.

¿Por qué yo mismo no me puedo hacer cosquillas?
Puedes hacerte cosquillas, pero no te vas a reír. El cerebelo, que se encuentra en la parte posterior del cerebro, controla nuestros movimientos y está tratando de anticipar el futuro todo el tiempo. También, le recuerda a tus músculos movimientos anteriores o rutinarios. Por ejemplo, cuando caminas, no estás pensando en que tienes que flexionar la rodilla, levantar el pie, impulsarte hacia el frente y pisar, para de forma seguida hacerlo con el otro pie. El cerebro ya ha memorizado este movimiento y sabe qué esperar de él. Lo hace para que puedas pensar en otras cosas y puedas anticipar peligros o situaciones espontáneas. Si acaso algo cambiara, como la superficie sobre la cual caminas o la intensidad del viento, el cerebro tratará rápidamente de adaptarse. Si no lo hace, es probable que te caigas. Sin embargo, la próxima vez que enfrentes esa situación, el cerebro sabrá corregir el error.

Cuando tratas de hacerte cosquillas, el cerebelo no tiene que anticipar ni imaginarse cómo será el estímulo: lo sabe porque lo estás originando tú. Lo sabe incluso antes de hacerte cosquillas: tan pronto lo piensas. Sabe exactamente con qué dedos vas a hacerte cosquillas, en qué parte del cuerpo y cuán intensas van a ser. No puedes engañarlo.

¿Por qué los adultos pueden tomar café y yo no?
El café es una bebida que gusta a muchas personas de todo el mundo. Una razón por la que gusta es el aroma y el sabor. Además, el café contiene un químico natural, llamado cafeína, que también se encuentra en el chocolate, el té y las sodas. Muchas personas sienten que, cuando consumen cafeína, estás más despiertas o alertas. Sin embargo, tomar demasiado café no es bueno. A los niños no se les da café porque pueden tener problemas para dormir; es importante que tomen otras bebidas más saludables, como la leche y el agua; y la cafeína causa la pérdida de la densidad de los huesos, que para nada ayuda a un niño que está en pleno crecimiento.




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